¡Qué
crujiente maravilla
armoniosa
se encadena!...
Brota el jinete en la silla
y, ya
centauro, la arena
convierte
en luz amarilla
su cruda
sombra morena.
Siente la doble cuchilla
asediándole, y resuena
un negro
furor de arcilla
y un grito
de negra pena.
La gracia, pura y sencilla,
arma la
marimorena;
y un rejón
celeste humilla
la muerte
y la desordena.
En torno al jinete anilla
la tarde
su luz más plena.
Victoriano
Crémer
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